domingo, 26 de octubre de 2008

DE POEMAS Y DEMÁS...

AMÁNDOTE ME CONSUMO




18.05.007
Amándote me consumo,
y en este consumir vivo muriendo
muriendo, amor, que es Vida
que tú me das con sólo
existiendo,
recordando tantos sabrosón fragmento
de tu divino cuerpo...

Ahí es donde moro,
Amor,
con tu cariño... cuando tan sólo es
una mirada tuya ...
¡me elevas a bella criatura
no siendo yo más
que imagen de ti
en un espejo!…
cualquier rincón que en ti guardases
fueme descubierto
y aproveché un tu descuido
para verte
y en tal recodo yo quedarme
...y viéndome en él
enamoréme
y cual Narciso besé
aquella imagen
¡curioso camino del destino!
besándote, no sé por qué
besándome a mí mismo
en ese espejo estaba...
Gemela alma y carne mía
se amolda a tu cuerpo soberano
la pobreza de mi cuerpo
que te adora
y se acopla a los pliegues de tus poros.
Amando mi gemela carne
comida suculenta de mi sexo
me acrezco en tu mirarte
y tiemblo de deseo, si me miras.


Si de repente, amante, yo tu boca te mamara…
te sorbiera tu empapada lengua ansiosa,
como es ella, cuando lo desea…
me metería adentro de tus dientes,
y el paladar entero lo absorbiera…

jm.-

sábado, 4 de octubre de 2008

PICASSIANA

PICASSIANA


LOS COMENSALES AÚN NO HABÍAN ENTRADO


Las sillas se sentaron alrededor de la mesa.
Y los floreros alzaron, muy dignos, sus copas.
Las velas, con un chispazo,
brindaron con luz la alcoba.
Y los cubiertos gritaron
que no querían más sopa.
Sobre el mantel se escanciaron
los vinos de la bodega.
En sus polvos, un piano
despertó con teclas blancas,
y escribió el menú con notas negras.
Las cortinas ni se movieron.
Pero todos los cristales
abrieron sus ventanales
al jardín, banquero de flores…

*

Estábamos tú y yo (¿quiénes?)
desnudos sobre una sábana tersa.
Cuando el reloj dio un ronquido,
y hasta tres con un respingo,
estaba arrugada la ropa
en la cama,
y unas gotas de rocío
(¡era ya en la madrugada!)
sembraron todas tus tres macetas,
y se abrieron por ser bocas.
Mil caballos sudorosos
a la cuadra se encerraban.
Y en ese como olor de yegua
galoparon tus dos tetas.
La cola de mi caballo
se atravesó en la puerta
de la cuadra de tu yegua…

Y todas las caballerizas
formaron diez mil puertas
en un arco de herradura
para asomarte sin yegua,
sin bridas, frenos, ni espuelas…
sin andante caballista,
que su garrocha perdiera
en el polvo del camino,
y a la cuadra de tu yegua,
solo, se venía…
¿Tenías turbios los ojos,
o entrecerrados de ensueño?

*

Luego, las servilletas
y el mantel al rojo vivo de una botella vertida
recogieron las viandas
antes de venir de cocina…
Las sillas se levantaron.
Se encendieron los floreros, rosas.
Dos lágrimas cayeron en las velas esbeltas,
y los cubiertos callaron ante la enfriada sopa.
El piano se durmió.
Y un viento correr hacía las pesadas cortinas
del balcón… y
cerraron su cristal las puertas…


*

Tú y yo (¿quiénes éramos, fuimos, somos?)
abrazados, rodamos la cama abajo…
Y una gota de rocío
blanco en tus labios…
¡lo juro!
se dormía,
arriba,
en la almohada
de tu cuarto…

jm.-


22.02.008 / 23:30