martes, 29 de enero de 2008

DE POEMAS Y DEMÁS

DE MUSLOS…



(La reunión de los senos anuncia la juntura
de los muslos, haciéndose nalga…)

AYER…

Cuando a tus muslos me arrimo
y tiemblan de amor tus muslos…
ese murmullo que empiezan
en su roce, hablándose,
ensordecido me tienen
tus muslos cuando me hablan…


HOY…

Los verdes de agua marina
contemplan lo que tus muslos fueron…
Ahí abajo están
las curvas que yo no viere,
la mórbida suavidad
de tus preciados dones,
las formas que asomaran
bajo tus ropaje tenues.
Que como un telón sagrado
se abrían en tus andares…
Diosa de muslos breves
hoy sólo te ven los peces…

jm.

(12.08.007 / 0:36)


0H, MUSLOS QUE ASÍ OS MOSTRÁIS… ¡TAN BELLOS!


¿Qué tenéis, muslos oceánicos de Mujer, que mi atracción traéis
hasta la límpida página que ante mí se extiende?... ¿Es la perfecta línea dibujada en curvatura, estética de Arte no por humano ser inventada?... ¿Acaso su morbidez insinuada en el dibujo natural y carnoso de vuestra presencia?... Siempre he sentido vuestra llamada desde la neta oscuridad apenas iluminada por mi fantasía en desbordamiento deseado y, luego, potenciado por la finura de líneas que rompieran el recto trazado de la geometría rectilínea de un Renacimiento que el fértil Barroco desbocado rompiese en rocallas, óvalos, curvaturas “imperfectas”, mas suculentas formas de concavidades humanas, extrahumanas, antihumanas… ¡más siempre humanas en su fondo! que, por su ensimismamiento sobre sí replegado, surrealistas imágenes proyectaran sobre la inconsciente retina de unos ojos ávidos de imágenes en curvatura de dunas y recodos de ríos y suavidad de leves montañas (a veces inmensas cordilleras, luego reducidas a planicies ondulantes de odaliscas geológicas)… ¿montículos, decimos?... Secretas Cuevas de Alí Babá, aún por descubrir, que por ello mismo incitan a su búsqueda en física, carnal, presencia… o a entes productos de la férvida mente del poeta, estilizadas en místico icono que, sin dejar su sensualidad, tan necesaria e imprescindible, fabricara en los recovecos secretos y límpidamente lujuriosos, la ansiada imagen cual bella dama cortesana del XV… y con palabras en espiral, sin citar nunca el ser por su auténtico nombre, evocara la excelsa figura de tales muslos, hambrientamente imaginados y deseados y degustados…

jm.

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