jueves, 19 de febrero de 2009

DE POEMAS Y DEMÁS...

ROBANDO A "RAYUELA"


EN EL CAMPO NARRATIVO también los escritores han ensayado formas cambiantes que se aproximan a los ingenios de los que se nutre el Poema. Generalmente han sido de carácter musical, e incluso no han tenido reparo en acudir a la "creación" de un lenguaje, totalmente inventado. Lo que supone intercalar en alguna página o escena, perfectamente lógicas, verdaderos neologismos en sustitución del lenguaje exacto, burlando así lo que pudiera parecer léxico "indecoroso" y logrando como una burla del erotismo al eludir la palabra "malsonante" para el oído un tanto pacato. Y resulta un texto, comprensible, donde tropezamos con "novedades" que, a poco, intuímos... sin olvidar que están ahí no tanto para "censura previa" como la creación de una cierta musicalidad nueva en la prosa. Yo, un poco más abajo lo he intentado llevar al ritmo poético en una escena frenética... pues eso: "robando" a Julio Cortazar en su magistral novela "RAYUELA" la creación del llamado "glíglico". Va delante, sin ánimo de copia, un célebre fragmento de su novela. Por eso he querido titular este extraño Poema "Robando a RAYUELA". Dice así Cortázar:

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clámiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que convulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltrronando, reduplimiendo, hasta quedar tendidos como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los urgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayustaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Lo que hace es intercalar palabras imaginarias en este esquema sintáctico, perfectamente lógico:

Apenas él... a ella se le... y caían en... Cada vez que él procuraba... se enredaba en... y tenía que... sintiendo cómo poco a poco... se iban... hasta quedar tendidos como el... al que se le han dejado caer unas... Y sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento dado ella se... consintiendo en que él aproximara suavemente sus... Apenas se... algo como un... los... de pronto era el... Se sentían... temblaba el... se vencían las... y todo se... en un profundo... que los... hasta el límite de las...

Yo he llegado a tener la osadía de "robar estas creaciones del narrador argentino y me inventé este "glíglico"... posiblemente a años luz de Cortázar:



Ella me licuescebe pezoneándome sobre los labiojos,
mientras mis dedos manolabian sus grandes inglesendas
entre sus muslíporos tan langüeados con mi saliviabóucamen…
El desnudo penificado enrriela sus brillos sateneados,
orgasminificándose en gritos de llantos gregorialáscivos,
expulsando en chorreanfibios sus blancos zumosoles pastosos,
que se adhieren a su ventrisquero, bosqueado pelambrunista,
suave para un tocamen de grito escalofriante,
al sentirse en un nuevo crecimiento de
lavalujuriante caricia
en su peniansioso pedigüeñismo de más orgasminificaciones
con sus manos ¡penificándose!…

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