domingo, 13 de julio de 2008

DE POEMAS Y DEMÁS...

PASOS DE MUJER…

…que camináis por verdes zonas del recuerdo…
y dejando vais húmedas huellas de pisadas amadas…
quedas, aladas, leves, volando, remontadas
hasta el rincón de musgo del recuerdo…
verdín del pozo blanco donde la Palabra
se hizo hueco horadado en su persona…
pasos que, paso a paso, pasáis pasando,
repasando tanto paso paseado por el paso
de la memoria que sus recuerdos guarda,
y en ella, mezclados, aquellos pasos que
sus húmedas huellas paseadas dejaron…
¡Pasos de Mujer… cuán bellos cuando
dejan noticia del peso que soportan
y dan así longitud medida de su cuerpo!
Pasos que por encima me pasáis dejándome marcado…
Pasos, silentes, procesionales, de descalzado pie,
desnudo pie, poroso pie, táctil pie, moldeable
pie en pasos de mujer… ¡Esos! … pasos de Mujer.
¡Qué MUJER!

jmmb.- 05.11.005 / 21:25




Eso. “Pasos de mujer” que me llevan al recuerdo… ¿de qué? ¿qué recuerdo fue que tanta huella ha dejado?... Pasos que hoy vais al mundo del recuerdo y al pasar os mezcláis con la huella que dejasteis entonces… ¡Qué bellos, secretos, sensuales sois! ¿Y qué Mujer eres tú, la de los pasos?...

Pasos que me lleváis a un pasado de hace tiempo. Pero dejó su huella, como ese pie que pisa en arenas humedecidas… Por eso el musgo, el verdín… tiempo acumulado en soledad, no exenta de frescor que reverdeciendo refresca los recuerdos en el pozo de la memoria recogidos… y allí donde anida la Palabra que encarnóse en esa misteriosa persona… pero ¿quién es?...

No anda lejos de acá Juan Ramón… “¡El pozo!... Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca, tan sonora! Parece que es la palabra la que taladra, girando, la tierra oscura, hasta llegar al agua fría.” Taladró, sí la Palabra del poeta y buscóse hueco en tal persona… Y esos pasos que caminan por el recuerdo lo acercan a su semillada Palabra, guardada en el hondón…

Todo el poema juega con una figura retórica que parece muy de su gusto, por lo hallado en otros poemas de ese Poeta, cuya voz habla en el Poema. Deliberadamente, diría yo, escogida. Para dar vueltas y vueltas sin salir del entorno quedo y bellísimo de una tan sencilla estampa, cual es el simple recuerdo que unos “pasos de mujer” despiertan desde un ayer adormecido al hoy de despejada lucidez. Su nombre técnico es “poliptoton”… Y no es más que una especial anáfora o repetición, más barroquizante que la simple duplicación: la palabra que se reitera está conjugada en múltiples funciones y relaciones semánticas; con ello no hace sino abrir nuevos horizontes al lector… ¡Hasta 20 veces se distribuye por los versos del Poema: “pasos, pisadas, pasáis pasando, paso paseado por el paseo, pasos que pasáis, pasos silentes de descalzado pie …”. Algo similar se emplea con la otra palabra clave que cimenta el Poema: “recuerdo”… que se hace, en acorde con los “pasos”… “recuerdo, huellas, repasando, memoria, noticia, marcado”…

La lujuria verbal se acumula avasallando en esta semiestrofa:


Pasos que, paso a paso, pasáis pasando,
repasando tanto paso paseado por el paso
de la memoria que guarda sus recuerdos,
y en ella, mezclados, aquellos pasos que
sus húmedas huellas paseadas dejaron…


Góngora y su precepto se imponen: “no nombrar la cosa por su nombre, sino con un rodeo que juega en espiral”. No ha querido este Poeta que comento citar el nombre dado ¡tan sencillo!: “volvéis a repasar ese pasado”. Pero esta forma literaria, verdadero lenguaje literario y exclusivo del Poema, con sus circunloquios y espirales hace que el lector desande el camino y se involucre en los recodos de la memoria de la voz poética… El Poeta quiere complicidad. Y somete al lector a ese túnel de vocablos que suben entrelazados como volutas de humo de un saumerio o un incensario… ¡ahí están, casi al final, esos “pasos silentes, procesionales de descalzado pie, desnudo pie”…!

Pasos recorridos que a ti, Mujer, me llevan, pasos que a su ritmo sigo por el camino que serpentea en mi memoria… Pasos que me llevan a esa Palabra recobrada a pesar del tiempo acumulado, musgo y verdín, que, como sombra invernal en la selva poderosa, encima se me cae y me cubre… Pasos pisando mi vida como las verdes uvas otoñales en el lagar de la memoria… ¡Tanto habéis pasado sobre mí que horadada habéis dejado mi memoria!

Pasos de procesión, de pie tan bello y que es imagen, icono diminuto de esa tan bella Mujer… Y ese vino o mosto estrujado, chorreante, de imágenes vividas en la realidad que fue un tiempo atrás y es ahora puro recuerdo posado en el fondo del vaso. Pasos que son fotos de una tarde al lento paso de un río casi inmóvil, una palabra mezclada con el crujir de aquellas hojas traídas por un viento, aquella sonrisa bajo el árbol ya vestido de sus verdes, la bella mirada de animal recién cobijado, esa perdida mano tendida que se apretó a mi cintura sorprendida, una boca humedecida en la tibia mañana de un mayo inesperado que tanta flor y aroma trajo…

Y de conformidad con la palabra clave del Poema, éste no tiene una construcción sintáctica según orden lógico. No hay una oración gramatical terminativamente construida. El mismo título se mete en el interior de los versos. Pero no es ni sujeto ni complemento… Porque se trata de una verdadera, total y completa evocación, muy en línea con el recuerdo aflorado, el recuerdo buscado, el deleite de haber visto cómo la memoria se abre paso ante los “pasos de mujer”. Por un momento, cuando asoma el detenimiento en la belleza de esos pies, clara sinécdoque de la Mujer…( “¡Pasos de Mujer… cuán bellos cuando dejan noticia del peso que soportan…”) parece que la construcción sintáctica va a remontar el vuelo imponiéndose al derroche de tanta palabra descriptiva, evocativa. Pero no es más que espejismo gramatical. Porque, incluso los cuatro versos de cierre no tienen un solo verbo. Seguimos en la rememoración de un algo que debe de ser muy caro a esa voz poética, y ¡cómo no! muy recordable, familiar para ese tú que se esconde tras los pies o que éstos sobrellevan encima de sí… Ése es el valor de la sinécdoque: escoger un algo donde la atención se imanta y aflora mejor la visión del objeto-sujeto amado.
Para aclararme yo mismo me detengo en la forma elegida… “pasos que camináis… hasta”… “pasos que repasando”… “pasos cuán bellos”… Ni una oración principal: todas subordinadas, cuando se dan… como si se fragmentara la escena tal como nos sucede cuando los recuerdos afloran en la memoria despierta


Pero aún hay una húmeda sensación plena de sensualidad… pero no exenta de gran carga de delicadeza que hace más tierno el poema… Por lo menos seis, siete veces aparecen referencias a lo húmedo. Y decir humedad es decir frescor, y sombra, jugosidad… y todo este paradigma de palabras con un común significado, en un poema evocativo de una Mujer ponderada en su belleza (el verso final no deja dudas:”¡Qué MUJER!”) confiere esa completa sensualidad erotizante al Poema, y le da ese aire de decir más de lo que las palabras parecen expresar… Entonces, los repetidos “pasos” cobran otra dimensión… se hacen recorrido, no sólo de un tiempo remoto sino de una situación de pasional fusión. Y así permiten interpretar ciertos sintagmas que podrían haber parecido antes puros adornos… “húmedas huellas de pisadas amadas… hasta el rincón de musgo… la palabra se hizo hueco horadado en su persona… aquellos pasos que sus húmedas huellas plasmadas dejaron…cuán bellos cuando dejan noticia del peso que soportan y dan así la longitud medida de su cuerpo… pasos que por encima me pasáis dejándome marcado… pasos de descalzado pie, desnudo pie, poroso pie, táctil pie, moldeable pie en pasos de mujer… ¡qué mujer!”… ¡Cuánto primor de lo cotidiano!

Decididamente, no es poema evocativo del pasado, sino de un pasado pleno de gozo sensual, enamorado, amado, añorado, recordado, hasta en minúsculos detalles, vivencialmente.

17.02.2006 / 19:53
jm.-

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